Decía Michael Porter que "la competitividad de una nación depende de la capacidad de su industria para innovar y mejorar". Agotado el modelo de crecimiento de estos años basado en actividades de reducido valor añadido, modelo que ha sido muy eficaz en cuanto a crecimiento del empleo, todos hemos dicho en innumerables ocasiones la necesidad de un nuevo modelo basado en la competitividad.
Dicho lo anterior, que parece ser generalmente admitido, vendría la parte de pasar de las generalidades a los hechos, y de éstos a los resultados. Y aquí es donde empiezan los devaneos y las dudas. Está claro que, a pesar de algunos avances, el modelo institucional que España y Europa han utilizado para promover la innovación no ha sido del todo eficaz. Conozco y he estudiado innumerables planes de fomento de la innovación, muchos de los cuales he de decir que aciertan en diversos de sus planteamientos, si bien no atacan todas las variables necesarias. Y ello es debido a la propia estructura administrativa y al reparto de competencias entre departamentos y administraciones (sobre la estructura administrativa para la gestión y promoción de la innovación habría mucho que comentar).
Demasiado sintéticamente podríamos decir que para que exista innovación se precisan: empresas proclives a la innovación, preferentemente insertas en clusters que deberán alcanzar unos tamaños adecuados que superen cierta masa crítica para generar externalidades positivas de red (ley de Metcalfe); un entorno proclive, donde incluiremos capital humano, sistemas de financiación, infraestructuras de apoyo e infraestructuras de investigación básica; y finalmente unos enlaces de calidad entre los diferentes actores, que pueden ser creados o fomentados específicamente.
No cabe duda de que las Administraciones pueden actuar en todos los campos, siendo su capacidad de incidir especialmente relevante en todo lo referido a la creación del entorno y al fomento de los enlaces, así como en la generación de clima institucional adecuado para la actividad empresarial competitiva.
Silicon Valley, en California, es un referente mundial en materia de innovación; no en vano residen en este valle el 20% de las principales empresas tecnológicas del mundo. Llama la atención cómo, además de la necesaria existencia de infraestructuras y enlaces, algunas de las principales claves del éxito del modelo, recogidas en el libro "The Silicon Valley Effect", tienen que ver con la forma de comportarse de las personas y de la sociedad en su conjunto. Las más importantes son la fuerte orientación a los resultados, donde las posiciones de poder son conquistadas en base al mérito y el esfuerzo; la existencia de fuertes valores asociados a la educación y a la competencia; y la existencia de un clima social favorable que recompensa el riesgo y tolera el fracaso empresarial.

Este artículo lo firmo hoy en Negocio&Estilo de Vida.
Más comentarios en el blog sobre innovación.
5 comentarios:
Sería muy bueno que las empresas pudieran comprender el enfoque que propones sin caer en la renovación, que es lo que muchas entienden por innovación, siendo ambas muy diferentes...buen post
Imagino que te refieres a renovación de personas
Hola Félix,
Interesante post.
Saludos,
Un post muy interesante. Felicidades por el blog.
Saludos,
REflexion. Hace pensar. Mi opinion es bastante crítica con el papel de la administración. Los elementos de poder son contrarios al concepto horizontal necesario.
Pero en la actualidad, la relevancia está en las personas. Es posible copiar un entorno, traer los medios, potenciar las aptitudes, pero sin duda, el error se produce en la base: Las empresas y las organizaciones no están orientadas ni enfocadas a la innovación empresarial. Por tanto, se comienza la casa por el tejado, derivando en consecuencias erráticas.
Buena reflexión Felix.
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