
Promover la innovación no es sencillo porque no es una estricta cuestión sectorial sino algo muy transversal. Suelo decir que esto de la innovación es como una araña con muchas patitas. Para que esté bien conformada, es necesario trabajar en muchos campos, y esto es difícil hacerlo de forma coordinada porque son muchas las competencias de las distintas Administraciones y muy repartidas.
Existen tres categorías de factores que deben existir para que se produzca innovación:
- Un entorno, entendido como las infraestructuras existentes para llevar a cabo la investigación y desarrollo. Incluyo aquí infraestructuras de investigación básica, infraestructuras de información, capital humano de alta capacidad, tanto tecnólogos como gestores de proyectos, y herramientas de financiación suficientes para los proyectos.
- Unas empresas competitivas o, especialmente, clusters en sectores proclives a la innovación: como ya comenté en los artículos citados, además del know how y la financiación a las que me refería también en el apartado anterior, para que esas empresas estén orientadas hacia la innovación es necesario que formen parte de sectores competitivos, cuya competencia les fuerce a asumir los riesgos económicos que supone la innovación.
- Unos enlaces de calidad entre las infraestructuras, las personas y las empresas, enlaces que se desarrollan con la experiencia pero que pueden dinamizarse mediante mecanismos creados ad-hoc.
Los tres factores, con sus distintos componentes, son imprescindibles y ninguno de ellos, por sí solo, impulsará la capacidad de innovación de un territorio. Dicho lo cual, pueden ya aventurarse qué tipo de actuaciones se pueden emprender desde la Administración competente para favorecer cada unas de estas tres categorías que necesita la innovación.
Hace un año hablábamos de: Crowdsourcing, formas innovadoras de hacer innovación
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