
Sin embargo, el imparable crecimiento de economías emergentes como la de China a tasas que se espera que se mantengan por encima del diez por ciento, podría provocar un llamativo efecto en esta ocasión que, de alguna manera, distorsione las consecuencias de esta crisis a nivel global.
China tiene una gran dependencia de petróleo, metales y otras commodities, bienes que, en general, se producen en economías emergentes. Actualmente, el comercio con estas economías es responsable del cincuenta por ciento del crecimiento de la economía de China. Ésta compra materias primas y vende bienes producidos de bajo coste, por lo que por primera vez las economías emergentes, por ejemplo, del cono sur americano, dejan de depender del crecimiento americano para pasar a hacerlo del asiático, y el crecimiento asiático se verá menos afectado por el menor crecimiento norteamericano y europeo.
Es decir, las relaciones comerciales directas entre países del sur tendrán claros efectos sobre el crecimiento económico global, y en cierta medida moderarán la previsible recesión.
Este diferente nivel de crecimiento económico en unas regiones respecto a otras supone además un nuevo reto para gestionar el crecimiento de la economía de España: una ralentización del crecimiento económico y de la demanda interna y de la de nuestros principales clientes, unida a un shock de oferta motivado por un incremento de los precios de las materias primas, causada a su vez por la demanda de las economías china e india. Se trataría entonces de la temida estanflación, una situación económica compleja de gestionar.